El que se vaya, es porque no tiene huevos
Esa era la última frase que escuchaban tantas y
tantas personas a las tantas de la madrugada, mientras soportaban una
borrachera y un largo camino de vuelta en labios de mi primo. Y es que él nunca
se quería ir, disfrutaba a otro nivel de la compañía de amigos y familia, él
nunca faltaba a ninguna celebración y cuando la gente se empezaba a ir el
siempre se quedaba haciendo compañía hasta que se iba el penúltimo, puesto que
el último en abandonar la velada debía de ser él.
Y tantas y tantas veces hemos acabado buena parte de
los primos charlando y quedándonos toda la noche hablando… Hablando de todo y
de nada y sin embargo sin poder dejar de hablar… Con un cubata, una cerveza o
lo que se terciara en las manos y si se quedaba vacío el insistía en llenarlo y
si fracasaba en ello se volvía a llenar el suyo y con esa nueva copa se
reanudaban bromas y charlas entre sonrisas y carcajadas a medianoche.
Tantas y tantas veces…
Y otras tantas que ya nunca serán…
Cuantas cosas que decirte, cuantas cosas que
contarte… y si por casualidad no hubiera nada que decir más valiera que te
hubieses quedado con nosotros, aunque fuera para hablar del tiempo hasta
conocernos el nombre de todas las ventiscas del mundo.
En Mazarrón salías de trabajar, eran las dos de la
mañana, veías a Marisa que se iba de fiesta y decías: “Déjame que me duche y me
voy con vosotros” y volvías a las tantas sin cansancio y dispuesto a salir de
nuevo esa noche.
Recuerdo una vez que estábamos en casa de la Cua Cua
y Juanjo. Si no recuerdo mal celebrábamos algún santo, puede ser que fuera San
Juan de hace unos dos años. Y acabamos como siempre todos los primos presentes
como siempre terminamos acabando, todos en una mesa, varias conversaciones e
intercalando temas y conversaciones. Entonces salió Juanjo de la cocina y dijo:
“Me tenéis de curritos hasta los cojones, iros recogiendo que me quiero ir a
dormir”. Marisa se indignó vacilando, Antonio y yo reímos, y entonces el Curro
dijo: “Pues vete a dormir, yo me quedo aquí con mis primos”.
Y es que es una frase tan simple, tan magníficamente
sencilla que puede inducir al error. No es una noche sin alcohol la que te hace
un cobarde, es abandonar, es irte, es dejar de estar con tus amigos y tu
familia. Que vueltas da la vida… Habiéndote ido, tú sigues siendo el alma de la
fiesta, el cariño de nuestros corazones, las amargas memorias que levantan
ampollas y sonrisas en nuestra piel de madera sin lustro alguno.
Y es que últimamente sólo quedan para tu recuerdo
brindis y homenajes. “Brindis” es una palabra alemana, significa: “Yo te lo
ofrezco”. Por esta razón te dedicaré toda la ansiada vida que destilabas e
irradiabas junto a nosotros al estar a nuestro lado, todos los momentos con los
que contábamos que relataras al volver a tu casa y todos aquellas anécdotas que
pronto serían recuerdos y que por la suma desgracia ya sólo quedarán en nuestra
imaginación preventiva: lo que el Curro haría, lo que el Curro diría, “tendría
que verte el Curro”, “¿Qué no hay huevos?, no se lo digas al Curro que acabamos
liándola” Por eso todos los momentos buenos de nuestra vida tendrán un pedacito
de amargura al saber que tú ya no estarás junto a nosotros para decirnos que no
son horas de irse, que estando a gusto y entre nosotros no existe hora buena
para volverse. Me hubiera gustado que me hubierais llevado con vosotros, ahora
que ya tengo la edad, ahora que ya es tarde para tomarme unas cañas con mi Rey
Mago, porque ese, era el Curro más auténtico, el Curro más verdadero, el que
aparecía por la puerta a la hora de los cubatas con Solano, el que retenía a
una Manoli cansada y seguía con nosotros. Ese era nuestro Curro, ese siempre
será nuestro Curro.
Todos los brindis de mi vida serán para ti.
De parte de tu
primo pequeño, porque a partir de este 6 de Enero sé que hay un Rey Mago que
llena mi vida de ilusiones, ese tu recuerdo, esa es tu fuerza, esa es la
energía que ahora inunda mi vida. Ese eres tú…
Nunca pude decirte cuanto te quise, nunca podre
decirte que hoy, ya tarde sé a ciencia cierta todo lo que te quiero.
Es tan fácil notar el dolor en tus palabras...
ResponderEliminarSabes que adoro tus escritos. Quizás yo, por conocerte como lo hago y sin conocer al Currito, sea capaz de notar como mis ojos se humedecen al leer esto.
Un beso grande
Una Tía Rara, para un Tío Raro