Seguidores

lunes, 18 de marzo de 2013

Nazareno, ¿Me das un caramelo?



Se acerca la Semana Santa

Parecerá una tontería… pero me hace ilusión.

Me hace la misma ilusión que me lleva haciendo toda mi vida… desde que con tres añitos cargaba más caramelos que mi peso en una túnica pequeñita, una túnica con una capa que no servía ni para cubrir una mesa por diminuta. Y yo sin embargo deseaba que llegaran esos días, días en los que tan sólo por llamarlos “santos” el viento se hacía brisa y el pueblo, dejaba lo que estuviera haciendo para vernos enmascarados a la luz de las velas que portaban los mayores, tan atados con cuerdas en los tobillos. Yo portando una cruz de hierro ligero en una mano para apoyar mi peso en los momentos de cansancio cuando aún era considerado pequeño para llevar faroles, andas o cruces de madera, cruces de penitencia. Me embobaba viendo a esos nazarenos que desfilaban junto a mí pero sin zapatos, mi madre me contaba que eso eran promesas, promesas para pedir deseos necesarios en sus vidas, “Yo por ti he hecho muchas cariño” me decía entre lágrimas cuando aún no entendía bien por qué lloraba.

Mi túnica fue cambiando de colores y de cofradía: azul y blanco por La Verónica, rojo sin brillo ni capa, un rojo robusto por sayón de La Flagelación pero mi túnica favorita siempre ha sido la negra con el capuchón y los bordes de la capa blancos. Con un corazón atravesado por siete puñales a la altura del cuello por siempre cubierto y otro escudo de la virgen en el hombro derecho de la capa. La Virgen Del Paso. Esa figura que tanto ha significado y significa en mi familia y en mi pueblo.

Sé lo que estaréis pensando que ¿Qué demonios hace un ateo hablando de Semana Santa? ¿Acaso soy tan tonto y chaquetero como para traicionar mi creencia en la humanidad en vez de en un Dios que no existe por unos días porque cuatro encapuchados repartan cinco caramelos?

Yo no creo que esas tallas de madera sean más que eso, madera y trapos decorados.
Aunque comencé desfilando cuando era creyente ya no lo soy. Pero me encanta como me siento esos 7 días que son la Semana Santa. El calor de la gente, el ambiente parece cambiar, todo el mundo habla y se prepara para esos días y nos vemos la cara con desconocidos tan sólo esos días pero con intensidad. Pasear por las calles en la procesión y sentir que ese no es un día normal, que la gente disfruta y disfrutar tú con ellos porque ellos disfrutan.

Cada vez que llega la Semana Santa me vuelvo a sentir como un niño. Vuelo a vivir todo aquello que el día a día me prohíbe sentir día a día…

Todos estos días veo a mi primo pequeño jugar a los nazarenos, asombrarse con todo lo que hacemos para preparar las procesiones su padre, su padrino, su tío o yo mismo. Lo veo jugar a que tiene un caramelo en las manos y se nos acerca riendo, que tenenemos que decirle: "Nazareno, ¿nos das un caramelo?" y él abre la mano vacía, fingimos que nos lo comemos, "!Gracias nazareno!" y sonríe tanto que parece sonreir desde cada rincón de su pequeño cuerpo.

Han pasado ya con este 17 años en los que llevo saliendo en la procesión… Toda mi vida…
Toda mi vida oyendo tambores, tapándome la cara, disfrutando de noches que no se parecen a ninguna otra noche, viendo las caras de los niños iluminarse por un caramelo y jugar con ellos a hacer como que no se los iba a dar, etc.

De pequeño tenía tantos sueños… podréis reíros nuevamente, pero uno de ellos era ser estante de la virgen de mi pueblo.

Hoy en día puedo decir que ya lo soy y que me al terminar nos vamos de cañas para convertir eso de la cofradía en lo que llamamos Hermandad.

Estoy ansioso así que si me permitís seré el primero en decirlo: ¡Feliz Semana Santa! 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario